
Las constelaciones familiares no han ofrecido una filosofía para la vida cotidiana, hemos aprendido a mirar que aquello que nos ocurre siempre tiene que ver con un contexto mayor que muchas veces escapa de nuestras manos, aprendemos a mirar que, aunque no lo parezca, detrás de todo conflicto hay un acto de amor que algunas veces está mal enfocado y que la solución proviene únicamente de reenfocar nuestro amor a la familia.
Conocer y reconocer con respeto nuestro lugar y el lugar del otro en el sistema, es el primer paso para la armonía y el crecimiento, saber que los sistemas son netamente movimiento y que tenemos que actualizar constantemente nuestro lugar para permitir que otros tomen el suyo y puedan conseguir su propio crecimiento.